Un nuevo año representa una oportunidad para hacer las cosas de manera diferente, replantearnos nuestras metas y adoptar nuevas perspectivas. Es un punto de inflexión en el ritmo de la vida que nos motiva a cambiar aquello que no funciona bien o que puede mejorarse. Es el momento ideal para buscar soluciones innovadoras que transformen nuestra manera de ver y vivir la vida, permitiéndonos avanzar con propósito y renovada inspiración.
La rutina matutina es una de las claves que más impactan en el desempeño del día. Lo que hacemos al despertar puede marcar la diferencia en nuestra energía y enfoque. Según tu estilo de vida, esto puede incluir hacer ejercicio, meditar, leer, escribir, realizar una rutina de belleza, disfrutar de una taza de té o pasear a tu perro.
Independientemente de lo que hayas hecho el año pasado, siempre hay espacio para modificar y probar algo nuevo. Puedes ajustar la hora de levantarte, cambiar tu tipo de ejercicio, incorporar nuevas actividades, variar la duración de tu rutina, o decidir si prefieres hacerlo en compañía o en solitario.
Sin embargo, lo más importante es asegurar un buen descanso y lograr levantarte de la cama. Con esas dos condiciones cumplidas, el resto fluirá de manera más natural y efectiva.
La otra rutina de la que me gustaría platicar, es la del "Thrid Place" o "Tercer lugar". Este término fue acuñado en 1989 por Ray Oldenburg en su libro "The Great good place". En el Oldenburg describe los "terceros lugares" como espacios informales y accesibles que no son ni el hogar (que sería el primer lugar) ni el trabajo (que sería el segundo lugar), pero que desempeñan un papel vital en la vida social y comunitaria.
Algunos ejemplos de terceros lugares incluyen cafeterías, bares, parques, bibliotecas, mercados, espacios religiosos, cines, teatros, clubes o asociaciones, e incluso espacios digitales. Participar en actividades relacionadas con estos lugares durante la semana puede enriquecer nuestra vida y hacerla más plena, ya que:
• Fomentan el sentido de comunidad, algo crucial en tiempos de creciente soledad y depresión.
• Reducen el estrés y mejoran el bienestar emocional, proporcionando momentos de relajación y desconexión.
• Incrementan el capital social y las redes de amigos, ampliando nuestras conexiones personales.
• Estimulan la creatividad y el intercambio de ideas, gracias a la diversidad de interacciones.
• Ofrecen acceso a recursos y oportunidades de aprendizaje, fomentando el crecimiento personal.
• Promueven el intercambio cultural y profesional, enriqueciendo nuestras perspectivas y conocimientos.
• Contribuyen a la economía local, al apoyar pequeños negocios y emprendimientos.
• Fortalecen la salud física, especialmente en espacios como parques o gimnasios.
• Incentivan la participación ciudadana, ayudando a involucrarnos en temas comunitarios.
• Reducen la soledad, al facilitar encuentros e interacciones significativas.
¿Y tú? ¿Qué actividades disfrutas hacer por la mañana o por la tarde? ¿Has considerado incluir algo nuevo en tu rutina para diversificar tus días?
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